En un trago de vino te sentí, quemando mis silencios, y fuiste calentando todo en mí, gotita de licor. Contigo las palabras olvidé, como un niño que aprende a hablar, oyendo acaso alguna voz hallé su modo de cantar. Hundiéndome en el monte con el sol y las veredas, volaba al horizonte, canto de las arboledas. Luego en la noche yo te vi -pensabas que dormía- sentada junto al fuego, viéndome, luna vacía. Las notas de alguna canción tal vez quebrándose en tu pelo, quemaron mis silencios otra vez, lo presentía. Hundiéndome en el monte con el sol y las veredas, volaba al horizonte, canto de las arboledas.