Que no se te queme el asado el cuero puede ser el mío cuero curtido por la luna que duerme sobre el río de todos los ríos. Algo aprendí cuando volví del entierro de la lata de sardinas el destino es igual que una jarra de vino sin vino, una jarra vacía. Para querer escuchar también hay que saber que decir prefiero al charlatán que no sabe mentir eso si puedo elegir. A la historia le faltan las manos a la memoria las manos y los pies, la justicia tendría que ser ciega pero a mí me ve, si no me porto bien. Curioso que nadie me ensenó la diferencia entre dar y elegir puedo dar que gomina voy a usar eso si tengo pelo o me quiero peinar. La experiencia no es una ciencia exacta pero es la más experta que hay es un peine que llega cuando no te queda ni un pelo ni nada que peinar. Si te dicen que me fui y no me despedí y no te dije adiós será que siempre estoy llegando o estoy por ahí, en un piringundín. En un piringundín de los bajos de Retiro o en Berlín buscándote en Turín la gente no tiene el mundo entre las manos que le faltan al cuerpo de Perón o Balvín. Para que me conozcas voy a usar mi monalisa falsificada está robada de la embajada de un país que ya no existe, que no existe más. ¿Viste cuántos países que ya no existen? Para olvidar ,vamos a un piringundín de la calle San Martín. ACORDES: Valentín J. Arbilla [email protected] Mar del Plata

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