Me gustaban sus caricias y su pelo y sus horas que eran mías, y mis labios en su piel. Y el aroma de ese perfume indiscreto que acostumbraba en el cuello donde tanto le busqué. Me gustaba su llegada y la esperaba asomado a la ventana desde donde veo pasar el vaivén de un mundo tan desconocido que no sé si la he encontrado allí, o quizá en otro lugar Me gustaban esas tardes y hallar en los parques las bancas que le hacían lugar a unos novios, y a los otros, que como nosotros, también lo íbamos a intentar. Me gustaban las bombillas, los días de sombrillas, ) y tener su mano después, Ay, y cómo me gustaba besarla y mirarla, y poderla besar otra vez. Me gustaba la llegada de las horas de llover. Y me gustaban su prisa y cómo flotaban sus pies. Y aunque a días sus imposibles me los contagiaba a mí le conservo en la fotografía que no le devolví. Ella hoy vive donde aguardan mis recuerdos y a otra, que es muy parecida, me ve con ojos de ayer yo sé que ya no es la misma, pero entiendo, que hay algunas ocasiones que me gustaría volver.