Hermano de soledad, aquí hoy estamos los dos bajo esta luz de rubí, entre esta gente nueva. Hoy yo te quiero cantar, madera que hables por mí mezcla de yegua y diván, refugio, lengua y fusil. Y si me aplauden a mí, también te aplauden a vos y si me caigo una vez, también se cae tu honor. Y ya que hablamos de amor, pinceles y monedas porqué no hablamos de vos, cuerpito blanco y negro. Tus cuatro patas piden fiesta entonces hay que dárse-la, oh, oh, oh. Se va poniendo calentito el aire, pide más y más, oh, oh, oh. Claro, se vino la rumba del piano. Claro, rumba mama. Claro, claro, claro, se vino la rumba del piano. Claro, claro, claro, rumba mama. Inter:{ x2 Mi piano sabe de mí, de cigarrillos que queman de cables, putas y Dios, y de esa gente que espera. El otro día lo ví, corriendo atrás de su amor una pianola de azul, muy vieja, adulta y sin voz. Y se abre como una flor ante un acorde sutil y cierra su corazón si lo abandono en abril. Mi piano un poco soy yo, yo soy un poco de él hermanos en la prisión viajando en un carrousel. Tus cuatro patas... Sólo te pido un poco de aire para respirar y dejaste entrar aquella melodía. Claro, se vino... Claro, claro, claro,... Hermano de soledad,... Sus cuatro patas... Claro, se vino... Claro, claro, claro,...