No pudieron contra ti ni Herodes, ni mil soldados, Que procuraron tu muerte por sentirse desplazados. No lograron detenerte Fariseos engañados, Que te llamaron demente, por el orgullo cegados. Y nunca podrán, de la tierra, Borrar tus pisadas Pues en el corazón de los hombres Tu huella has dejado. Ni tendencias modernistas que quieran descreditarte, Podrán borrar de la tierra el camino que marcaste. No lograron detenerte, aunque has sido perseguido; Tu pueblo se hace más fuerte, con el paso de los siglos.