Oye, Miguelito, no preguntes por tu nombre que nadie responde. Hazle un nudo a tu sombra que nadie la nombra y tú ya no la conoces. Mira, Miguelito se ha comprado algún dinero y lo deja en el suelo, a ver qué pájaro se lo come. Recordó que un día tuvo un sueño y aprendió a llorar deprisa; y a cada paso que pisa, salpica la brisa en su cara, se pone un abrigo en el alma, ya le han enseñado las hadas a esperar. Ahora que aprendió a meter el llanto en la secadora, se siente gigante, Miguelito y el mundo por delante. Ahora, llenó de arena y enterró la caja de Pandora, se siente gigante, Miguelito y el mundo por delante. Oye, qué darás, Miguelito, si ganas, si sales presidente. Nombrar ciudadanos de honor a los perros y poemas en los retretes y la lluvia a quien quiera ver llover y otra vida pa’l que se suicida, y un espejo en cada televisor para la gente que mira y un árbol en cada oficina y una playa en cada esquina. Miguelito maquilla los golpes que le dio la vida, se pone un abrigo en el alma, ya le han enseñado las hadas a esperar. Ahora que aprendió a meter el llanto en la secadora, se siente gigante, Miguelito y el mundo por delante. Ahora, llenó de arena y enterró la caja de Pandora, se siente gigante, Miguelito y el mundo por delante. Oye, Miguelito, no preguntes por tu nombre que nadie responde.