En el mar he oído hoy, Señor, tu voz que me llamó y me pidió que me entregara a mis hermanos. Esa voz me transformó, mi vida entera ya cambió y solo pienso ahora Señor en repetirte: Padre nuestro, en Ti creemos, Padre nuestro, Te ofrecemos, Padre nuestro, nuestras manos de hermanos. Cuando vaya a otros lugares tendré yo que abandonar a mi familia a mis amigos por seguirte. Pero sé que así, algún día podré enseñar tu Verdad a mi hermano y junto a él yo repetirte.