CEJILLA 2º TRASTE Eres más que el mar, la gota de rocío en el arenal, la flor nacida en medio del pedregal a fuerza de esperanza, fe y caridad. Así eres tú, María de Jesús. Siento una vez más tu mano dirigiendo mi caminar, tus ojos encendiendo mi oscuridad, tu corazón de madre latiendo está junto a la cruz, María de Jesús. Llevame hasta El y esconde mi lucero en su amanecer, aviva en mi alma el fuego de su querer, y apagaré mi sed. Dame de beber la sangre del cordero que fue al nacer del seno inmaculado de Ti, mujer, de noche allá en Belén. Soy como el cristal que deja cada día la luz pasar que enciende claridades por donde va, soy como luna llena para brillar; así soy yo, la Madre del Señor. En la oscuridad acude a mi regazo para llorar que yo sé de consuelos y de humildad y enciendo amor y vida de eternidad; así soy yo, la Madre del Señor. Llevame hasta El y esconde mi lucero en su amanecer, aviva en mi alma el fuego de su querer, y apagaré mi sed. Dame de beber la sangre del cordero que fue al nacer del seno inmaculado de Ti, mujer, de noche allá en Belén. Sólo una vez más dirige mi sendero hasta ese portal, encierra mi camino en su caminar para borrar las huellas de todo mal. Danos tu luz, María de Jesús.