El confesor se nos quedó dormido los pecadores se han cansado de esperar los burdeles y los casinos están a punto de cerrar y Cenicienta ha dejado abierto el gas Ya no queda, no queda nadie en la ciudad. El futuro sólo era cartón piedra el aparcacoches ha empezado a delirar las alarmas y las tragaperras han dejado de sonar y las aceras sueñan con llegar al mar Ya no queda, no queda nadie en la ciudad. El asfalto ve crecer las malas hierbas los semáforos dan paso al bien y al mal Dios no está ni se le espera, nadie sabe dónde está y las cerezas sin comer se pudrirán Ya no queda, no queda nadie en la ciudad