Tenía una nariz muy grande y roja un reno de “Santoclós”, y le brillaba tanto, tanto, que parecía reflector, todos los demás renos se burlaban sin piedad, todos lo hacían menos, no querían con él jugar. Llegó la nochebuena y hubo niebla y tempestad, “Santoclós” le dijo “con tu gran nariz me guiarás”. Con su nariz tan roja el camino le alumbró, y todos los juguetes “Santoclós” los repartió, todos los venaditos lo aplaudieron sin cesar, nunca jamás volvieron sus narices a chotear. Transcripción dedicada al bebé Oño.