Cuenta una leyenda añeja que por tierra de coyotes viajaban siete mariachis regalando sus canciones. Dentro de sus guitarrones guardan diez kilos de hierba pa' alegrar los corazones de los cuates que congregan. Le perdieron ya el respeto al cacique y a la mafia. Lola, sírveme otra chela que suena la serenata. Traficantes a lo macho, escorpiones de tequila. Andan los gringos colgados de sus cuerdas bendecidas. Cuando suben los licores aúllan a la luna llena y le sacan los colores a la pálida tristeza. y le sacan los colores a la pálida tristeza. Tanta fue su fama que llegó a oídos indiscretos y el Cartel les sorprendió en una noche de concierto. Siete balas como fin en mitad de una ranchera. Esa noche no hubo bis, con el Cartel no se juega. Traficantes señalados, escorpiones de tequila. Han sido tiroteados sin piedad, a sangre fría. Ya no suben los licores, Bajan las almas en pena. Despertaron a Dolores disparos de metralleta. Despertaron a Dolores disparos de metralleta. No termina aquí su historia, dicen que de madrugada se oyen cantos de victoria en cantinas ya cerradas. Y un aroma verde va perfumando las esquinas, son los siete mariachis con su vieja mercancía. Traficantes a lo macho, escorpiones de tequila. Andan los gringos colgados de sus cuerdas bendecidas. Cuando suben los licores Aúllan a la luna llena y le sacan los colores a la pálida tristeza y le sacan los colores a la pálida tristeza.