Astro rutilante de la gran pantalla fascinante y cínico play-boy de playa campeón olímpico con diez medallas hábil político donde los haya magnífico varón vencedor mítico de mil batallas así era Juan en su imaginación que le hacía olvidar su condición para escapar y despegar de su rincón y despegar de su rincón para poder volar, volar, volar, triunfar, brillar. Lóbrego rincón de una portería donde no entra el sol y nunca es de día triste habitación húmeda y sombría sin ventilación un brasero de picón en la camilla por toda calefacción así vivía Juan con su imaginación que le hacía olvidar su condición para escapar y despegar de su rincón y despegar de su rincón para poder volar, volar, volar, para olvidar. Lóbrego rincón de una portería coros sollozantes de necias vecinas uniéndose al son de un carraspeante transistor simplemente María Poderosa fantasía la de Juan, que, aún así, podía escuchar el mar en un caracol pintado en purpurina y volar tras la procesión de golondrinas pegadas a la pared verde veronés bajo la mirada divina de un sagrado corazón bajo la mirada doliente de las ánimas del purgatorio, bajo la mirada anodina de sus padres en el desposorio él, sentado, ceño fruncido, ella, de pies, tras su marido, dueño y señor, contemplado por si mismo disfrazado de angelito alas de algodón el día de su primera comunión cuando aún creía que sería, como el Barón Rojo, un héroe de la aviación, antes de tirarse por el balcón y quedarse cojo (x2) volar, volar, volar, volar, volar