Yo tenía un puesto de bisutería en el centro, y también vendía a veces posters en el metro, Chaplin, Jesucristo, Marilyn y el Che Guevara, Buster Keaton, el Papa y un payasito que lloraba. Soy hermana de los perros y de toda la canalla, desayuno en la Latina con un trago de cazalla. Por las noches me reunía con conjuntos musicales y cantando en compañía huían todos mis males. Los vecinos protestaban y con muy malos modales nos vaciaban encima sus repletos orinales y llegaba la policía y con sus maneras rústicas, demostraba que la música no es para todos los mortales. Ahora vendo lotería por las calles y los bares he llevado la alegría a muchísimos hogares. Por las noches sigo unida a cantautores espontáneos, a pasotas callejeros, trovadores subterráneos. Yo iba vendiendo fortuna por la calle de Carretas, y me encontré a la tuna armada de panderetas. y un tuno muy pinturero de bigotillo incipiente me dijo: ¡Por ti me muero!, ¡Vente conmigo, vente! ¡No, no!, ¡No, no!...¡Huy! ¡Huy!. ¡Vete tuno, no te quiero vete!, ¡Vuélvete a tu siglo diecisiete! Pon tus mustios clavelitos en un jarrón, y se los llevas al balcón de otra muñeca y le explicas bien a gritos, y le explicas bien a gritos, como se queda Fonseca.